Introducción: un protocolo revisitado

Este Protocolo que tienen en sus manos es una versión mejorada, enriquecida, del que elaboramos y aprobamos en el año 2016. Fuimos pionerxs en su momento, siendo la primera organización mixta y nacional que aprobó una herramienta para el abordaje de situaciones internas de violencia machista. Eso nos implicó muchísimos desafíos.

En primer lugar, porque en ese entonces no teníamos otro texto de referencia, y las compañeras que lo redactamos tuvimos que abocarnos a su elaboración de forma muy artesanal e intuitiva. En segundo lugar, porque sabíamos que el dispositivo era histórico, y por tanto, falible y seguramente necesitaría revisiones, modificaciones y balances. Aquí estamos, pues, emprendiendo parte de esos balances y buscando compartirlos con otrxs.

En estos tres años de implementación, hemos socializado el Protocolo con decenas de grupos, organizaciones políticas, colectivos feministas, partidos políticos de nuestro país y de Latinoamérica. Por eso, en esta ocasión decidimos hacer pública esta nueva versión y subirla a las redes, para dejarla al alcance de quienes necesiten un material accesible, concreto, para trabajar con las violencias machistas dentro de un espacio colectivo.

En función de esta apuesta a compartir con otrxs, nos interesa realizar una rápida evaluación de estos tres años de implementación del Protocolo, elaborada desde el Equipo Nacional encargado de las intervenciones frente a denuncias por situaciones de violencia machista. Queremos señalar que nos tocó asumir este desafío y trabajar con esta temática en un contexto muy movilizante, en pleno auge de una Cuarta Ola feminista que llegó para quedarse y que afortunadamente ha logrado transformar los pisos de tolerancia respecto a hechos de violencia o discriminación en cualquier espacio o institución.

Frente a la creciente identificación, visibilidad y denuncias de las violencias, sin dudas el Protocolo de nuestra organización nos sirvió mucho, entre otras cosas, para disminuir la asimetría entre las intervenciones y actuaciones. Las mismas dejaron de subordinarseal nivel de formación de una regional o conducción, o a depender de las características personales de lxs responsables políticos de los espacios, sino que logramos construir “pisos comunes” para los abordajes, de forma de evitar lo más posible revictimizaciones, relativizaciones o dilaciones en las acciones posteriores a una denuncia. Con el Protocolo, construimos un sentido común: que frente a las violencias sexistas hay que actuar sin titubeos. Todas las compañeras tuvieron al alcance esta herramienta- paraguas, para saber que podían recurrir a la organización.

Con la implementación del Protocolo, logramos organizar y darle carácter institucional a nuestro “estamos para nosotras”, con un reconocimiento político de la problemática y una jerarquización que antes no existía.

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